Recibo la noticia, infausta, en medio de mis concentradas labores, en esta mañana espléndida, de las pocas que van quedando antes del descalabro mayor que significa el veraneo. Un pitido del celular, la pantallita que parapadea anunciando el nombre de mi buen amigo Luis. Poner en serio riesgo (sino derechamente sacrificar) los 114 pesos de su prepago habla a las claras de un tema mayor. Tal cual: la Agrupación Isla Negra acaba de fenecer . Cesó sus funciones, bajó cortina, me informa, de manera enteramente ignominiosa. Pocas veces el término "entre cuatro paredes" , según él, se pudo emplear con mayor justeza. Claro: reparo que yo mismo pertenecía a la agrupación de marras (incluso por un breve período llegué a ocupar un cargo de cierta relevancia en su directiva). Ahora todo se ha acabado. Nadie supo, nadie se enteró sino hasta que los hechos estaban ya consumados. ¿Tú supiste?, es lo último que le alcanzo a oír decir justo antes que el prepago diga chauchera. La conversació...
Desde el litoral