10/7/22

Crónica de un estudio científico que pudo (y todavía puede) cambiar la vida de millones de chilenos

 

Por Pablo Salinas

Cualquiera lo sabe de sobra pero conviene repasar: hace dos años y medio, el mundo entero entra bajo el régimen de cierto gran mal que se esparce fuera de control, sin respetar fronteras ni continentes, en formato de las míticas plagas, bíblicas, medievales, que han poblado el imaginario colectivo por generaciones. Cual más cual menos es tocado por este gran susto, pulverizado las 24 horas, sin piedad, por todos los medios disponibles. Cualquiera de nosotros, si no sufre en pellejo propio la mordida de esta nueva plaga, al menos se entera de más de un caso con ribetes serios, incluso dramáticos, entre tus conocidos. Rápidamente, no son solo las voces de la autoridad y de los medios, sino las de tu propio círculo cercano las que se encargan de ponerte en vereda: todo cuestionamiento o relativización del fenómeno quedan fuera, excluido; el asunto es tan serio, tan jodidamente serio, que no queda más que bajar la cabeza y resignarse. El mal se propaga incontrolable como en épocas que ya se creían superadas; sin embargo, todo ese desarrollo extraordinario del conocimiento humano, que venía a ser la marca distintiva de nuestros días, sale finalmente relucir y ofrece una solución. Un fármaco, una poción, que echa mano a cierto procedimiento dizque sanitario que se maneja hace ya alrededor de dos siglos -conocido desde entonces como "vacuna"-, pero esta vez, a tono con la envergadura del mal a combatir, suma una innovación en la fórmula. No hace falta ser un gran entendido para saber que fármacos similares, en el pasado han tenido que someterse a procesos de testeo y validación de varios años antes de salir al mercado; ahora todo, de manera harto sospechosa, se comprime en menos de uno, pero, ya lo dijimos, no es momento de cuestionar y, por lo demás, la pócima, el pinchazo, se nos ofrece gratis y, además, como la única llave para abrir la puerta que nos conducirá a volver a nuestra vida normal.

En ese contexto tan anómalo la pócima es blanco de algunos reparos, algunas críticas. No pocas voces dentro del ámbito médico alertan sobre ciertos efectos indeseados, e incluso desconocidos dado que no se han respetado los márgenes mínimos de tiempo para evaluar adecuadamente; llaman a tomarse las cosas con calma, abstenerse de participar en la que tildan de "experimentación farmacológica a escala planetaria"

En eso, a mediados de 2021, un grupo de investigadores independientes españoles expone ante el mundo una hipótesis potente: las pócimas contendrían partículas nanométricas de un elemento elaborado en laboratorio descubierto hace menos de 20 años, grafeno (en rigor, un derivado de éste), las cuales, sin figurar formalmente como uno de sus componentes, abrirían un flanco de insospechados riesgos. La hipótesis, por más controvertida que resulte tampoco es particularmente nueva; la contaminación de fármacos con nanopartículas es un asunto que ya ha sido detectado y denunciado en años anteriores por investigadores en distintos puntos del planeta (otra cosa es que estas denuncias no hayan alcanzado los titulares de los medios de prensa). Los españoles logran avanzar con sus indagaciones y presentan un estudio, metodológicamente intachable, que corrobora la presencia de las nanopartículas. La noticia se difunde por todo el planeta, esencialmente a través de las redes, y, poco a poco, otros científicos van adhiriendo a la "tesis del grafeno".

Como Chile no es ni por asomo una excepción dentro de un clima generalizado de vacunación compulsiva y, muy por el contrario, es uno de los países más duramente sometidos a la experimentación, un grupo de ciudadanos decide actuar e intentar replicar el ejemplo de los españoles. Cuesta pero se hace. No más de 5 o 6 se animan, se arriesgan. Se consiguen los fármacos, de las tres marcas escogidas por el gobierno para pinchar a la población. Se da con el laboratorio con implementación tecnológica apta para hacer el análisis; cada uno aporta con plata para pagarlo. En diciembre, 2021, se obtienen finalmente los resultados. Imágenes de microscopía óptica y electrónica, además un intento de caracterización espectroscópica. Sin ser concluyente -porque en estas materias haría falta un número mucho mayor de muestras y análisis para aspirar a algo cercano a una sentencia-, las imágenes reportan la presencia de "hojas" y "nanoestructuras formando redes", visualmente, por lo demás, muy similares a las de las investigaciones hechas en España y en otras partes del mundo.

Ese estudio, tras su presentación pública en Radio El Mirador del Gallo, obtuvo escasa difusión en otros medios, incluso en aquellos con una línea crítica al fenómeno pandémico. Por parte de la autoridad, la llamada autoridad "sanitaria", no hubo comentario ni menos réplica alguna. Sin embargo, en paralelo, Chile hacía noticia a nivel mundial al convertirse en el primer país en legislar en torno a los "neuroderechos" y la no discriminación por "alteraciones genéticas", dos ámbitos específicos donde el grafeno, introducido en el organismo humano, era señalado como un agente crucial y protagónico.

Acá, algunas de las imágenes obtenidas en el análisis de diciembre de 2021, mediante microscopía láser confocal (CLSM) y microscopía electrónica de barrido.