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La poeta Damaris Calderón visita las casas de Manuel Rojas en El Quisco

 

Por Pablo Salinas

Es una obviedad, pero conviene decirlo: cada rincón del mundo, cada país, tiene necesariamente sus particularidades, sus riquezas, sus atractivos. Pero para un artista, en especial para uno hispanoparlante, Cuba sobresale como una suerte de enclave superior, único. Es tierra pródiga en voces de marca mayor, en tantos frentes, en tantos ámbitos, las letras, la poesía, la música. Revisamos el mapa. Por más que sea la más grande de las islas de las Antillas se trata, comparativamente, de un territorio más bien chico, que sin embargo genera una dinámica cultural de una intensidad y exuberancia fuera de rango. Seguro, afinando el foco, se pueden esgrimir razones para explicar el fenómeno, en las que, en cualquier caso, la coyuntura política queda como un accidente periférico. Martí, Heredia, José White, dan paso a Guillén, Lezama, Carpentier, junto a Lam, el son, el bolero, el mambo...

Hace ya casi treinta años, desde esa franja horizontal de tierras cálidas emigra hasta esta otra, vertical y harto más fría, la poeta Damaris Calderón. El lejano Chile como destino no parece una jugada demasiado práctica, pero de estos pagos le atraen y fascinan ciertos resplandores: la Mistral, Violeta Parra, De Rokha. Incluso está dispuesta a cambiar la cadencia del trópico por el austero tranco austral para estrechar el diálogo con esta cultura que nace amurallada entre el Pacífico y la cordillera. Hoy, Damaris se convierte en una voz privilegiada en la lectura de estos perfiles más intrínsecos. A la sensibilidad y el conocimiento, suma un factor clave, la natural distancia, por sus orígenes, que le permiten una mirada lúcida y entusiasta.

Hace algunos días, obedeciendo a esta vocación que no claudica, me pidió que la llevara a conocer las casas que tuvo Manuel Rojas en El Quisco. Cuestión que ninguno de mis varios amigos artistas que viven en el litoral me había pedido, ella me lo pidió. Un luminoso día invernal fue el inmejorable marco para esta visita, como una suerte de acto del protocolo poético-literario esencial, en que Damaris, la hija del trópico, saludó al viejo novelista del extremo sur.

Damaris Calderón y la casa de Calle Del Sol que perteneció al novelista Manuel Rojas

 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ver la entrevista que le hicieron en el canal de Youtube "el chiringuito de los libros" para entender lo que ésta maravillosa mujer nos cuenta de ella y su libro "cartografía de ruta"

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