13/4/20

El Foro de Davos, Bill Gates y su gran bola de cristal (made in China)

La combinación élite empresarial mundial + Fundación Bill Gates + pandemia quizá a muchos les resulta un cóctel difícil de tragar. Todavía más si se percibe en el ambiente cierto aroma a conspiración. Pareciera que hoy, para la gente seria, la primera urgencia es concentrarse en contener el avance del nuevo virus y minimizar las víctimas, y no escarbar en tentáculos ocultos, especular sobre supuestas maniobras, ardides, tramas. Pero una cosa es captar la urgencia sanitaria y otra preferir taparse ojos y oídos ante las evidencias del gran juego que nos deja a miles de millones de habitantes de este planeta como meras piezas encadenadas a un dictado mayor.

Acá hay cero antojo conspiranoico. Se trata de simples hechos y una igualmente simple deducción lógica: a mediados de octubre de 2019, el mundo pasaba por un momento de agitación y demandas ciudadanas absolutamente inédito: Francia, Chile, Ecuador, Irak, Líbano, Hong Kong... El 15 de ese mismo mes, en Ginebra, el Foro de Davos -que reúne a la élite empresarial mundial- desarrolló un ejercicio singular: un simulacro de "alto nivel" para preparar a los "líderes públicos y privados" ante una pandemia. Patrocinador de la actividad fue la Fundación Bill & Melinda Gates, por lejos la organización de su tipo más fuerte del planeta con activos que rondan los 48 billones de dólares (superior al PIB de varios países), y que tiene un nada oculto vínculo con las vacunas y con planes de (supuesta) ayuda humanitaria, principalmente en África.

La justificación de este simulacro fue que el mundo estaba viviendo un "número creciente de eventos epidémicos". Y, en plan preventivo, una pandemia podría generar un menoscabo económico mayúsculo a nivel planetario (proyectando una caída de hasta un 0,7% de PIB global). Era momento, entonces, octubre 2019, que los líderes mundiales coordinaran una estrategia conjunta. A la vuelta de la esquina, menos de 3 meses después, la pandemia empezó casi mágicamente a hacerse realidad, para hoy, a seis meses del simulacro, con gran parte de las economías del planeta constreñidas por restrictivas políticas de confinamiento, la sombra de la recesión -y el desplome del PIB- darse por hecho ya consumado.

El mundo confundido (porque, claro, se trata de un virus que debuta en las tablas, los investigadores recién empiezan a internarse en sus misterios), obedece sin mayor queja las medidas draconianas. La calle ahora no pide a las autoridades más libertades, sino más mano dura. La gente, aunque se sienta sana como un roble, cree que en cualquier momento las nanométricas partículas del virus se le meten por las orejas, y confina al patio trasero toda intención lucrativa porque ahora la bandera que ondea en el antejardín reza "la vida primero". Pero los números de la estadística no fallan: los países que han optado por medidas de confinamiento selectivo (es decir, solo los contagiados son confinados, el resto con uso obligado de mascarilla puede hacer vida prácticamente normal) tienen tasas de mortalidad producto del virus 5, incluso 10 veces menor a aquellos que han optado por el confinamiento ciego (todos encerrados, nadie se mueve, las economías se desinflan...)

Bill Gates, por cierto, ya ha anunciado que se trabaja arduamente en una vacuna contra el virus, dando una chispa de esperanza a la atribulada población mundial.

Gráfico confeccionado por el médico y estadístico del Hospital Raymond Poincaré de París, Gérard Delépine.

1 comentario:

paroa 3636@gmail.com dijo...

Claro y al hueso. Marca linea de análisis e investigaciones.
Como crítica me parece apuntar a un negociado turbio demasiado estrecho: Una vacuna salvavidas.Tal como va la hipótesis se amaciza o se debilita pronto, en meses. Y que la mayoría inmensa somos piezas, no sólo en este brete sino que en una Matrix socio económica sistemico llamada capitalismo es desde hace unos siglos.