En un minuto de paz, convergemos en la simultaneidad de las cosas. Determinamos un tema... y se reparte. Repasando una biografía de Wagner, podemos evocar el preludio de Parsifal -esos nobles acordes de la orquesta- e imaginarlos sonando en un punto cualquiera de las recalentadas aceras de Santiago, o en las ya invernales de Nueva York, Londres o Shangai. Entendemos la mágica conexión que se establece por un motivo conjugado en común. Así como el Parsifal, el tema pueden ser las declaraciones de Madame Lagarde dichas recién hace pocas horas: "la crisis puede alcanzar a todas las economías del mundo" . Si bajo los sones de Wagner nuestra proyección mental se tiñe de recogimiento y serenidad, bien distintos son los colores con los que vibran las palabras de la jefa del FMI. La visión de una urbe bajo este último estrépito definitivamente parece acelerarse. Con Parsifal se siente estar frente a una visión que, pese a la densa estatura de los rascacielos y el implacable gris d...
Desde el litoral