El lunes terminé presenciando, a duras penas, un triste espectáculo. La television, los canales (que a estas alturas poco tienen de "canales" pues apenas sí llevan agua; son hilillos comunicacionales más bien, que denuncia que dan o pie que pisan, peligra con estropear algún vínculo comercial sagrado, cual es desenmascarar, herir u ofender a uno de sus auspiciadores, a los cuales si les denuncia más de la cuenta, simplemente les retiran "la pauta". Y se acaba "el negocio".) Como decía, a eso de las 14.45 me extrañó que todo siguiera su vida normal. A las tres se votaría el Proyecto HidroAysen y la programación como si nada, llena, repleta, saturada de "entretención", regla comunicacional básica ésta, para que las personas se mantengan "entretenidas", pendientes de quien logrará pasar a la segunda etapa de un mediocre concurso de imitadores, ni siquiera de cantantes, de imitadores de otros que en realidad cantan. Siguieron las teleseries...