Por Damaris Calderón   Creo que para conocer a un artista hay que acceder a su taller, conocer ese espacio donde en una especie de simbiosis se entremezclan vida y obra, donde el creador pasa largas horas entregado al diálogo con las materias con las que trabaja. Donde las paredes se van impregnando de olores, de colores, de hábitos, de formas de vida. Como la paleta del pintor puede ser reveladora de los cuadros, el taller, aun dentro de un tiempo secular sigue manteniendo una especie de sacralidad, es ese refugio donde no solo se llega a la concreción material de la obra sino donde se proyecta, se sueña, se habita poéticamente en un espacio y un tiempo sustancialmente distinto al de cualquier otro. El día de ayer, en  el “litoral de los poetas" , accedí a los talleres de una pareja asentada hace años en Algarrobo , donde viven y contribuyen a la riqueza del territorio con sus respectivos trabajos.       Pablo Salinas , reconocido por su labor con la ecología del ter...
Desde el litoral