El centralismo no está  en el centro de la metrópolis, está aquí dentro.      La gran metrópolis  no está construida sólo con hormigón y vidrio, sino también  con expectativas. ¿Dónde pondremos entonces nuestras expectativas?  ¿Trabajamos-vivimos para las grandes empresas constructoras?    El centralismo es como  la TV: si la apagas, desaparece. Más aún, es saludable desenchufar  el aparato para que no se produzca consumo vampiro que abulte nuestras  cuentas el fin de cada mes.     El centralismo es como  las viseras de los caballos de feria, que además le cuelgan del cuello  un saco con heno y le hacen creer que está en el campo. Con suerte  le dan de beber agua, al menos al regreso de la dura jornada arrastrando  un carretón ajeno con carga ajena por caminos ajenos.     El centralismo escritural  es la suma de todas las expectativas que pasman el espíritu y la mente  tal como la TV al final de cada jornada de trabajo animal. Si tienes  suerte bebes agua; si no la tie...
Desde el litoral