26/4/12
4/4/12
El Parque Cultural de Valparaíso

Ayer visité el flamante Parque Cultural de Valparaíso (PCdV). La historia, aunque conocida, no deja de ser relevante: tras el cierre de la cárcel que funcionara por más de 150 años en un cerro del puerto, distintas agrupaciones culturales de la ciudad ocuparon sus abandonadas dependencias para desarrollar ahí sus actividades. Podría rastrear en los criterios enarbolados por éstas al momento de instalarse en el lugar para así recomponer de mejor forma toda la actual escena, pero, en estricto rigor, da lo mismo: si lo que entonces preponderó fue la necesidad ciudadana de sanear un espacio con una carga tan densa por medio del ejercicio de la expresión artística, o si, simplemente, fue la urgencia por hacerse de recintos públicos adecuados para el esparcimiento y la diversión. Como haya sido, el hecho es que hoy se levanta ahí uno de los complejos culturales más grandes y modernos del país. Sobre las "ruinas" de la antigua cárcel.
Evito cualquier consideración vinculada a lo energético. Me refiero aquí a lo que tiene estricta relación con lo conceptual, con lo intelectual, con -a lo más- lo simbólico. Y el contraste es -no encuentro mejor palabra- lacerante. Enarbolar razones de "conservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad" vinculadas a una cárcel en el caso de un proyecto cultural ambicioso, pujante y en tantos aspectos admirable como el PCdV es un abierto despropósito. Una muestra más de nuestra todavía inmadura y contrahecha identidad como país en materias culturales.
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