En el mundo, pero muy particularmente en Chile, pasa algo muy raro con Neruda . Basta con que alguien, quien sea, pronuncie su nombre, para que la rechifla se haga oír desde algún punto de la galería. Y no solo de la galería; también desde la tribuna, el palco. Bastó con que hace algunos años alguna poeta desde España, tras revisión de sus memorias, lo marcara con el timbre de "violador", y algún otro por ahí le sumara el de "mal padre", para que la inquina se propagara como llamas sobre maleza seca. Hace pocos días, un medio entrevistó al empresario que se hará cargo de los restaurantes que funcionarán en las casas que tuvo el poeta; uno de cada tres comentarios al pie de la entrevista en las redes sociales apuntó sobre la pertinencia de trabajar en torno a la figura de tan reprochable sujeto ... Antes, hasta antes de la irrupción de este fenómeno de masas, el impulso anti-Neruda por cierto que existía -incluso era robusto-, pero iba por el lado estrictament...
Desde el litoral