Por Pablo Salinas Las enormes fortunas amasadas en el siglo XIX sacando provecho del desarrollo tecnológico, que a tantos les resolvieron las tripas, o, en su defecto, les sirvieron de pasto para activar enardecidos discursos, permitieron, también, que se propiciara la práctica de un fenómeno, en más de un punto, nuevo: la filantropía . Los teóricos de hoy y de entonces tienen y tuvieron una explicación para esta novedad: nunca antes tanta riqueza pudo concentrarse bajo el control de un solo individuo, por lo que nunca antes un puro individuo, o, si se quiere un solo clan familiar, tuvo la posibilidad de disponer y jugar con montos de envergadura tal como para competir con los del poder político mismo, el estado . Los privados, estos capitalistas de marca mayor, cuya sola evocación le mantenía la pluma con la tinta a tope a Carlos Marx, entraron así a operar directamente a nivel de las políticas estatales, a intervenir, corregir o enmendar las hoy llamadas políticas públicas. E...
Desde el litoral