¿Qué me empuja a escribir? El brillo de sus ojos en esa noche de otoño del baile frenético. ¿Captar ese instante? ¿Perpetuarlo? Una mirada encendida, iluminando con ese par de perlitas intensas, imposible de describir adecuadamente, lo sé. Pero al ponerlo en letras supongo que, rememorándolo con cierta exhaustividad, lo haré repercutir, resonar con nuevos bríos. La producción de galletitas verdes fue particularmente rica esa temporada. Yo nunca me había animado a probarlas. En las fiestas de mis amigos hippies durante algún tiempo circularon con cierta regularidad, cuestión que –ahora lo comprendo harto mejor- constituía para muchos un motivo de notable regocijo. Para mí habría bastado con experimentar el goce insólito de aquella mirada. La eclosión nocturna de una flor fugaz, de magníficos pétalos, trémulos bajo la más salpicada secuencia de ritmos. ¡Ay! Imposible no quejarme como un romántico decimonónico. Una amiga querida había muerto hacía muy poco; otros, recién penetrando en los...
Desde el litoral